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Pero, ¿de qué carajos estamos hablando?.
Tanta incomunicación entre los hombres nos hace pobres personas separadas y viene un Macri cualquiera a fomentar esa separación.
¿Por qué no se fomenta el amor, la comprensión, la amabilidad? ¿Por qué tienen que ser tan jodidos los noticieros y los diarios? ¿Por qué tanto odio entre los ojos?.
Por suerte veo algunos ojos y veo ese amor profundo, ese sentimiento que aún sigue casi puro, casi inviolable. Sí, también me toca ver el odio y la hipocresía en persona, pero me regocija ver a una persona comiendo. Siempre me encantó ver a la gente comer: cuando la gente está comiendo es super vulnerable, es nada, es lo que está comiendo. Me encanta ver al humano alejándose un poco de la maldad y saciando su apetito, el apetito que es algo tan propio y puro de la animalada.

Aprendí a que me llamo Delfina, que nací en cierto día de cierto mes de cierto año, que soy de un signo del zodíaco específico y único. Tengo un número de identidad, que empieza con “millones”, esos millones son las millones de personas que pertenecen a un sistema y dentro de ese sistema, están dentro de la sociedad. La sociedad. Aprendí que hay que convivir en sociedad, que me rodean, que es imposible aislarse completamente del sistema.

Aprendí que se es feliz sólo a veces, y en algunos momentos la felicidad se escapa, y no sólo se escapa, se esconde. Y la buscamos como niños buscan en la “escondida”. Aprendí a hablar y a escribir. Aprendí a hablar, a decir palabras que las personas repitieron durante siglos y siglos, aprendí a decir lo que dice cualquier otra persona. No soy especial, soy uno más en el sistema, soy el número treinta y cinco millones novecientos cuarenta cuatrocientos noventa. Pertenezco a la generación de los noventa.

Aprendí que no hay que aceptar cosas de extraños, que no hay que mentirles a tus padres, que no hay que robar. Aprendí a “tomarme la vida con soda”, desinteresarme del mundo, y aprendí a decir “todos los políticos son unos hijos de puta”.

Aprendí a tener un sentido de la “moda”, a ser “copada”, aprendí que cuando somos jóvenes queremos llamar la atención. Aprendí a deprimirme con facilidad, a ofenderme con facilidad. Aprendí a usar una computadora y un teléfono móvil, Internet, una licuadora, aprendí que si abro las puertas de la heladera con los pies descalzos y mojados, me iba a electrocutar. Aprendí que si juego con fuego me puedo quemar.

Aprendí que no hay que mentir, aprendí el límite entre lo bueno y lo malo, aprendí la separación entre dios y el demonio. Aprendí la religión, aprendí a que dios es bueno, eterno, perfecto, infinito, y que nos espera en el cielo con regocijos y felicidad para el resto de los siglos. Pero si soy mala, el diablo me espera en el infierno, en el centro de la tierra, con fuego y torturas, y desesperación y soledad eterna. Aprendí que esa es la amenaza más grande que tuve cuando era chica. Si me portaba bien, también aparecía el señor Papá Noel, con regalos y sorpresas. Aprendí a desilusionarme cuando Sir Papá N. no era más que un invento para hacerte feliz, una mentira para hacernos creer.

Aprendí a ser buena y ser mala, a ser amiga y enemiga, a ser amada y ser odiada. Aprendí el límite entre el amor y el odio, y la cercanía que paradójicamente los une.

Aprendí el feminismo y el machismo, aprendí a decir “todos los hombres son iguales”, aprendí a defenderme contra la amenaza machista.

Aprendí de la historia del mundo, de las guerras mundiales, de la guerra del golfo, la guerra de Malvinas, la revolución industrial, la revolución francesa. Aprendí que la revolución cubana will be not televised, y si soy un poco más actual, la revolución chavista will be not televised too. Aprendí que soy la gran y famosa, y conocida mundialmente como “sudaca”. Aprendí que los europeos y americanos son del primer mundo, y tienen el mejor mundo, y, además, poseen el otro mundo a sus pies. A sus pies, a los deseos de sus órdenes.

Aprendí que hay que ser bueno con los demás, pero aprendí a sentirme celosa, a sentirme envidiosa. Aprendí de buenas y malas energías, de buenos y malos viajes.

Aprendí que si usas drogas ilegales sos un drogadicto, un delincuente, pero si usas drogas legales sos aún más patán.

Aprendí que comer pescado hace bien, fumar cigarrillo hace mal, tomar dos litros de agua es bueno, caminar es bueno. Leer es bueno.

Aprendí a ir al colegio todos los días, y a terminar el colegio e ir corriendo a una carrera universitaria; para después trabajar y mantener a tu familia. A tus hijos, a tu perro en tu casa. Aprendí que es necesario encontrar tu media naranja.

Aprendí a ser rutinaria, a despertarme y hacer todos los días el mismo trabajo, ver a la misma gente.

Aprendí los prejuicios, aprendí el fachismo, aprendí la xenobofia, aprendí el especismo, aprendí los “ismos” en todo su fulgor y expresión… “Yo ya no pertenezco a ningún ismo”, le escuché decir a Fito Páez, yo tampoco.

Aprendí a ser y pensar tal cual ELLOS querían que sea y piense. ELLOS, mis padres supernaturales, mis vigilantes, mis controladores, los dueños del mundo, los que manejan el sistema vil capitalista. Soy como ellos quieren que sea, acatando sus deseos.

Un día me doy cuenta que más allá de lo mucho que aprendí, no consigo ser feliz, y me pregunto por qué, y no tarda en llegar la respuesta a mi mente: yo soy ELLOS, soy sus estructuras, sus limitaciones, sus conformismos, soy sus ideas. Yo no estoy viviendo mi vida, y cómo voy a ser feliz si no estoy viviendo mi vida, estoy viviendo la de ELLOS. Desde que nací absorbí todo lo que ELLOS quisieron que absorba, todas sus estructuras, límites, ideas, conocimientos, experiencias. Nunca comí vino con sandia, sin embargo, dicen que es malo, ¿quién lo dice? ¿Por qué lo dice? ¿No debería comprobarlo por mi cuenta y conocer LA ÚNICA VERDAD, no la que te cuentan?

Toda mi vida se basó en una verdad que no es mi verdad, es la verdad de otros que la fusionaron en mí. Aprendí cosas falsas, berretas, hipócritas. Si dios es bueno, ¿por qué habría de castigarme?. Si tengo que ser libre ¿por qué no robaré, no mataré? . Cuántas veces he abierto la puerta de la heladera mojada, chorreando agua, y nada pasó, y corroboré que, por lo menos, con mi heladera no te electrocutas. Me doy cuenta que es todo una farsa, no todos los extraños tienen por que ser violadores, o secuestradores, o malos. No cualquier persona desconocida que me hable por la calle me quiere robar. No todo lo que dicen los noticieros es verdad, pero ellos dicen lo que quieren decir, y nosotros los escuchamos fervorosamente. Y por eso sabemos que Kirchner es malo y su mujer es aún peor, que él era feo y que ella se hace botox. Que Ricardo Fort es un fucking millonario que no tiene nada que hacer de su vida. Que durante una semana violan a muchas chicas, durante otra semana se derrumban muchas casas, edificios, bares, durante otra semana se trata de dos chicas desaparecidas del país; durante otra semana se trata de los chilenos encerrados en la mina. Todas las semanas un tema distinto. Los noticieros, además de pasar las verdades que ellos consideran adecuadas, son temáticos.

Aprendí que, si bien comer pescado hace bien, hace mal comer animales muertos, hace mal física y espiritualmente, y eso de “la carne te da proteínas que ella sola tiene”, es otra mentira más que yo antes me creía, es otra mentira que impusieron en mi mente.. Aprendí que hace bien respetar a TODOS los seres de éste mundo, no soy única, ni soy superior. Soy igual de animal. Aprendí a romper algunas estructuras.

Aprendí que “todo es mentira en este mundo, todo es mentira, la verdad, todo es mentira yo me digo, todo es mentira ¿por qué será?”.

Aprendí que tengo que vivir mi vida. Ahora termino diciendo ¿por dónde empiezo?, pero, al menos, son otra clase de cuestiones que debo aprender, lo fundamental ya está en mi mente.